Este juguete ha sido utilizado desde tiempos remotos y,
pese a que tiene un origen confuso, muchos estudiosos coinciden en que proviene
de la milenaria antigua China. A lo largo de los años su uso está documentado
por todo el planeta con diversas designaciones dependiendo, claro está, de la
ubicación geográfica. Así pues se le denominó por ejemplo “bandalore” y “quiz”
en Gran Bretaña, o “Lèmigrette” (en “Las bodas de Fígaro” el protagonista se
entretiene con un Lemigrette) e “incroyable” en Francia. Hasta que llegó Pedro
Flores. Este Filipino perfeccionó en los años veinte del siglo pasado el diseño
del juguete, lo patentó, y lo comercializó bajo el nombre de yo-yo, que según
algunas teorías viene del idioma tagalo (Filipinas) y significa
“vuelve-vuelve”, aunque otras lo derivan del Ilokano (también de Filipinas).
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